Claves feministas, un legado afectivo. Por Jesica Gindin

08.03.2022

                   

                  Hacerse feminista implica enfrentarse al mundo, encontrar palabras para nombrar y evocar resistencias para construir puentes que conectan energías pensantes y sintientes. Tenemos la osadía y el atrevimiento de hacer, proponer, cuestionar y dialogar junto con otres. «Estamos en movimiento»

Como sostiene la intelectual María Galindo (2015) "Somos una construcción compleja de sujetos políticos heterogéneos, conectados unos con otros por sueños y rebeldías comunes". Afirmamos nuestra existencia de ser y estar en el mundo, creamos pensamiento propio, establecemos nuevos paradigmas para trascender las opresiones que nos envuelven.

¿Por qué es necesario un 8 de marzo en nuestras agendas? ¿cómo recuperamos nuestro territorio cuerpo? ¿cómo desmontar la fratria masculina que convive junto a nosotres? ¿cómo reconocer las resistencias históricas y su dimensionalidad transgresora, transformadora y creadora? ¿Qué alternativas políticas podemos construir? ¿cómo pactar en la discrepancia?

Declaramos, que pensar en conversación (Segato, 2018), hilar resistencias y crear conexiones para aportar a la pluralidad de los feminismos que se construyen en diferentes partes del mundo tiene un fin: promover la justicia, equidad y la vida en plenitud. Para ello, estamos convencidas como dice Adriana Guzman Arroyo (2019) "que las palabras no se privatizan, los sentidos se construyen y se disputan, eso también es autonomía (...) por eso nombramos y ponemos en palabras escritas esta lucha.

Cada día, mujeres y disidencias nos hacemos más fuertes, más rebeldes y alegres; «estamos en buena compañía» 

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